¿Es un edificio arquitectura?


Entendemos que no, para serlo debería tener significado, como obra de arte y función racional que para eso ha sido desde siempre una de las 4 Bellas Artes.


Arquitectura como escultura si, pero barbaridades contra natura solo en edificios singulares por capricho con todo lo que tiene de peyorativo la acepción.


Históricamente desde el mundo clásico, la fachada y la piel de un edificio consistía en un juego de bajos relieves. Hoy en día, de todo el edificio se puede hacer una escultura más espacial, ya que los medios y los recursos lógicos de la estática y de la estética lo permiten e invitan. Cuando se ejecutan obras totalmente fuera de tono lo que puede ser simpático una o dos veces no se recomienda por sistema, por precio y fundamentalmente por ir contra natura propia de la arquitectura y no digamos ya como diría Don Victor D’ors, contra la architectura a la que debemos aspirar en el humanismo del siglo veintiuno a pesar de las dificultades que existen, de momento atroces.


Tratemos de la legislación, ordenanzas y deontología, porque de esta deontología de la legislación necesariamente tenemos que aplicarla por y en quienes corresponda, teniendo en cuenta que a más normas más presunción de delito y de desviación, por tanto se sigue un proceso que provoca cada vez mayor rigidez.


Para combatir las rigideces antes citadas vamos a tratar someramente de la sintonía y de la armonía. Se puede estar en sintonía hasta con la radio, pero estar en armonía, cuanto difícil es, habría que hacerse notas de Mozart, mimado lapicero de Don Secundino Zuazo, pincel vivo y vibrante de Joaquín Sorolla o lo mas bonito, palpitaciones del corazón.


El architecto busca la armonía que se inicia en la consideración y ponderación del entorno inmediato y próximo, procurando jugar rigurosamente pero con alegría del creativo estudioso de la filosofía de la que ha emanado la normativa, para respetarla y a su vez dar respuesta ética y estética, es decir, también plástica a la construcción y a lo absolutamente esencial que es lo social.


Cuando hablamos del architecto, hablamos mal, ya que son dos los que trabajan como objeto de la mejor forma posible en esa situación y emplazamiento. Es decir, el architecto administrador y el administrado.


Para mí deberían firmar juntos los distintos estadios e incluso también de la ejecución porque una obra hasta que se termina esta muy viva y siempre es susceptible de mejora.


En este mundo de especulación del metro cuadrado, que tristemente cada vez va costando mas, hay que hacer una pequeña cruzada para conseguir que en lo habitacional que es algo de primerísima necesidad incluso recogido en la Constitución española, el funcionalismo y el aprovechamiento sean máximos, es decir, total.


No vale pintar estancias donde apenas se pueda estar, eso es proyectar y ejecutar las infraviviendas del siglo veintiuno, hay que ser mucho más ambicioso.


Por último recordar que todos pero especialmente el arquitecto y el architecto debemos construir siempre apeando antes de quitar cualquier cosa para sustituirla por una mejor, siempre construir nunca destruir y eso sirve hasta en lo personal.


Luis Mosquera Pedrosa arquitecto jubilado

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